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[ La Libertad Genuina del Hombre ] 

 

Por Vicente Beltrán Anglada


 

Conferencias en Argentina - Primera parte  |  Buenos Aires, 22 de octubre de 1985       

 

 

Vicente: Esta es mi última conferencia aquí en Buenos Aires, la última en este período, quizá vuelva de nuevo. Durante el curso de estas conversaciones, he tenido un interés específico muy profundo, sentido con intensidad, para decirles a ustedes todo cuanto, a mi entender, está produciendo este aliento interno en el corazón de todos ustedes. Durante todo este tiempo que he estado con ustedes he tenido un interés específico en hablarles de lo que, a mi entender, constituye la clave soberana de la Vida: la Libertad genuina del hombre y, para hablar de la Libertad genuina del hombre hay que hablar del Espíritu del hombre y todo este tiempo hemos tratado, ustedes y yo, de profundizar en este sentido inmanente de Libertad que constituye la clave de la vida, que constituye la clave de la propia evolución. Una de las significaciones realmente trascendentes para los momentos actuales, es averiguar cómo y de qué manera podemos alcanzar la Libertad que constituye el Espíritu y cómo este Espíritu puede manifestarse a través de nosotros creando los móviles de la acción correcta, creando nuevos caminos, nuevos senderos desconocidos, unos senderos que no están escritos en los libros ni en las palabras de los Santos y, sin embargo, son omnipresentes, están aquí, están ahora, están en todo momento, triunfando del tiempo, triunfando de las circunstancias, constituyendo el Aliento que a todos debe conducirnos un día a lo Eterno.

En nosotros existe un fondo inmanente de singularidad que se resiste a ser condicionado; la condición que constituye el ambiente, la tradición, las circunstancias, el empuje de todo cuanto procede fuera de nosotros, ha constituido hasta este momento una barrera infranqueable, ha creado unas fronteras, unos límites a la expansión de nuestro espíritu, ¿por qué entonces no existe en nosotros este espíritu de observación profunda de los hechos y de los acontecimientos que nosotros mismos hemos creado? ¿Por qué no resistir de una manera inteligente el devenir de los hechos incesantes que gravitando sobre la conciencia producen confusión o es que acaso hemos perdido la capacidad de ser nosotros mismos? La capacidad de ser, la capacidad de vivir dentro de nosotros, con toda la integridad y con toda la belleza que constituye este ser que llamamos el espíritu. Durante todo este tiempo nuestro ánimo ha sido galvanizado por la fe, por una conciencia de esperanza en el futuro, pero entiendan ustedes que no puede existir futuro sin pasar por el presente, y hay que vivir íntegramente este presente para que el futuro no constituya una simiente de temores o de expectativas vanas, tratando siempre de buscar aquellos puntos de confusión, dentro de los cuales sin darnos cuenta estamos todos involucrados.

 

 

 

La Vida es libre y el hombre es libre, todos somos libres, y esta genuina Libertad debemos demostrarla si realmente queremos ascender por estas cumbres silenciosas de lo Eterno. Todas las religiones, todas las filosofías y todos los credos de todos los tiempos nos han hablado de Dios, de la Libertad, del Amor y de todo cuanto constituye una fuente de esperanza, sin embargo, han olvidado que el hombre es libre y que no se le puede cargar de prejuicios ni de atavismos, ni de tradiciones, por gloriosas que estas tradiciones hayan sido en el pasado, porque la Vida se renueva incesantemente en nuestro corazón, y si esto es verdad, no podemos aceptar la tradición como un código moral, ni como una imposición del medio ambiente, sino como algo que hay que examinar muy profundamente para poder alcanzar dentro de esta profundidad, aquel germen vivo que constituye la acción correcta, y para mí, sólo existe una condición recta en el individuo cuando el individuo se siente libre, realmente libre, más allá de la imposición de la tradición y de las circunstancias.

Somos un espíritu que se renueva constantemente a sí mismo. Nadie puede darnos aquello que somos nosotros y que sólo nosotros debemos conquistar. Ni la tradición, ni los hechos del pasado por gloriosos que hayan sido, ni cuanto hayamos estudiado, ni cuanto ha legado la tradición por elevado que haya sido, si no es aceptado con un Espíritu de Libertad, se va a convertir en un condicionamiento de la acción y, siendo así, continuaremos siendo esclavos constantemente, sin fuerza para resistir esa fuerza viva de la Vida que arde en nuestro interior, que constituye el estímulo supremo que ha de hacer de nosotros un verdadero ser integral y una esperanza para el futuro de la humanidad. Entonces, si sabemos que somos libres, si sabemos que entre nosotros y Dios -el Dios interno- no existen fronteras, salvo las que nosotros aceptemos ¿por qué no realizamos en el presente aquel esfuerzo vívido, centelleante, que debe convertir nuestra vida en una Fuente de Inspiración? ¿O por qué aceptar la imposición de los demás por grandes que nos parezcan, por potente y dinámica que aparezca su voluntad de acción y por elevados que sean los conceptos con los cuales tratan de adormecer nuestra conciencia? Si la Vida somos nosotros, si somos el Espíritu, y por lo tanto, somos realmente libres, ¿por qué buscar la verdad que somos nosotros mismos fuera de nosotros mismos? ¿Por qué acudir a la tradición? ¿Por qué adorar los vestigios de un pasado? ¿Por qué someter nuestro espíritu a los demás, sea a través de las creencias, de las religiones, de la fe en los antepasados? ¿O es que hemos perdido la capacidad de decidir libremente nuestra acción creadora? ¿Por qué tenemos que depender constantemente de los demás, sea cual fuera su condición: religiosa, mística, política o social? ¿Por qué? me pregunto y les pregunto a ustedes... ¿por qué?

Si la Vida es libre, si nosotros somos la vida, si realmente estamos interesados en descubrir esta Vida que somos nosotros, si internamente nos sentimos libres, ¿por qué no demostrarlo externamente? El estímulo de la acción es el Yo, el Yo incondicionado, este Yo interno, esta herencia suprema de la Divinidad, que nadie podrá jamás arrebatarnos, este Espíritu de Libertad que está en nosotros, que está rompiendo incesantemente la rueda de la tradición, que destruye todas las fronteras impuestas por los códigos gastados de moralidad impía. Si llegamos a este punto de comprensión, si realmente estamos dispuestos a sentirnos llevados por este aliento, por esta fe suprema que mueve todas las montañas ¿Por qué esperar a mañana? ¿Por qué no hacerlo ahora? ¿Por qué no liberarnos de todas las imposiciones ambientales, reconociendo el tremendo imperio que tienen sobre nosotros? Ahora tenemos la gran oportunidad, la oportunidad de la comprensión, que no es la oportunidad de los legados históricos del pasado, que nada tiene que ver con las tradiciones místicas, que nada tiene que ver con aquellos que, sin estar capacitados, porque todavía no han alcanzado la Suprema Libertad tratan de imponernos sus creencias, sus ideales, sus dogmas, sus preceptos, con lo cual nuestra vida se va empequeñeciendo hasta quedar reducida a una esclavitud de la que debemos liberarnos constantemente si realmente sentimos esta fe, esta natural atracción hacia las cosas que están más allá de la vorágine de las circunstancias o del devenir de los acontecimientos, ¿o acaso podemos separar nuestro yo de los acontecimientos? ¿o acaso creemos que el ambiente es algo irreal, creado por el destino o por el karma? ¿podemos llegar a comprender que somos nosotros los creadores del ambiente, los creadores de toda situación, del tipo que sea?, y, por lo tanto, si somos creadores, si estamos persuadidos de que somos nosotros los artífices de la sociedad, ¿por qué no empezar ahora mismo a luchar contra los impedimentos que impiden esta Libertad?

 

 


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Me refiero a la Libertad Suprema, a aquella Libertad tan exquisitamente suave pero profunda, que quebranta los grilletes de toda opresión externa, que vibra más allá de los conceptos arcaicos que todavía estamos atesorando en el corazón. La Verdad somos nosotros y no podemos tener un concepto de Libertad sin que esté lleno de Verdad, y esta Verdad que estamos produciendo, que estamos generando en forma de Libertad, debe producir una situación de libertad en el ambiente que nos rodea, no dependiendo de lo que se nos haya dicho en el pasado porque, como ustedes saben, el pasado ata la mente y el corazón por glorioso que este pasado haya sido; esta es la primera gran advertencia, esta es la Ley justa que ha de producir el Hombre, con mayúscula, no el pequeño hombre que se arrastra indefenso por los resecos y áridos desiertos de la Tierra. ¿Podemos conjuntamente producir un cambio radical en los acontecimientos del tiempo? ¿Podemos determinar las líneas maestras de la evolución del futuro? ¿Podemos vivir dentro de esta mística realidad que somos nosotros mismos?

Yo afirmo que sí. Si nos damos cuenta de que estamos atados, si comprendemos exactamente nuestra situación, no la situación histórica, ni tampoco la situación mística que está escrita en los libros, sino adoptando como divisa de nuestra acción la observación serena, profunda y constante de los acontecimientos del tiempo, para que estos acontecimientos produzcan frutos de Libertad, una Libertad que constantemente tratan de arrebatarnos aquellos que no han comprendido. Debemos estar por encima de los conceptos arcaicos, de las tradiciones, de todo cuanto nos ayudó a llegar hasta aquí, para que podamos producir un nuevo hombre, para que cada uno de nosotros se constituya en un testigo de la Luz y en un servidor del Plan aquí en la Tierra, para determinar finalmente una sociedad más justa, más libre y más humana. Siendo así, ya no podemos esperar nada del futuro, todo son vagas promesas; entonces hay que vivir muy profundamente aquí y ahora, no esperar a mañana porque el mañana no existe, si no existe un presente fecundo y realmente inspirativo, lleno de Paz, de Libertad y de Equilibrio. No quisiera cansarles más con esta pequeña introducción. Sé que muchos de ustedes querrán hacerme alguna pregunta. Una pregunta siempre es un interrogante en el tiempo y si la pregunta es inteligente, la respuesta será inteligente. Yo espero con mucho afecto sus preguntas, advirtiendo sin embargo, que mi lenguaje es muy libre porque jamás me he plegado a conformismos, porque siempre he tratado de ser yo dentro de la exquisita Libertad del Espíritu. Permítanme ser libre en mis respuestas. Muchas gracias.

Interlocutor: Sr. Anglada, en la última oportunidad que lo escuché en el Hotel Presidente quise hacerle una pregunta, quizás no fue entendida o la expresé mal. Sería para mí importante saber ¿cuál es la diferencia entre un ser ignorante intelectualmente que obviamente tiene a Dios en sí, que no hace ninguna práctica por hallarlo, simplemente se limita a vivir en consecuencia con Él? ¿Cuál es la diferencia entre este hombre y alguien que busca a Dios a través de las disciplinas, en base a las prácticas y así, digamos, que despierta sus "chakras" para una mayor comprensión?

 

 

 



Vicente: Si la persona es inteligente y muy observadora se dará cuenta de que la Vida en sí, dentro de su exquisita Libertad en cada ser humano, constituye un principio de Jerarquía. La Jerarquía en el sentido que la estoy expresando, podría definirse en el grado de libertad que toda persona haya logrado adquirir o descubrir dentro de sí. Establecer una jerarquía o seguir atentamente observantes cómo opera la Ley de la Jerarquía en la humanidad, en los seres humanos, nos mostrará una serie de tipos humanos completamente distintos, desde el ángulo de vista de la apreciación exquisita de su sentido de Libertad. A mayor sentido de Libertad, mayor Jerarquía. No se puede variar el curso de la ley. Estoy convencido de que le estoy hablando a un público que ha alcanzado una gran medida de libertad interior, si no, no estarían aquí. Si hay libertad habrá jerarquía. No digo que habrá imposición sobre aquellos que tienen menos libertad que nosotros, me refiero a que existe una Libertad suprema que constituye el centro mismo de nosotros mismos, y esto naturalmente, quiere significar que nada tiene que ver ni con la religión, ni con la tradición, ni con la creencia, ni con la fe, es algo inmanente en nosotros, me refiero al sentimiento íntimo de Libertad. Si la Libertad en el hombre ha llegado a sus cotas máximas tenemos el Hombre en mayúscula, la Jerarquía Suprema de la cual nos han dado pruebas los Grandes Instructores espirituales de la humanidad, no para seguir fatalmente las huellas de los pasos de los grandes hombres, sino comprender por la experiencia del contacto que nosotros también tenemos la Libertad, ese sentido inmanente de la Ley justa en nosotros y que, por lo tanto, también estamos llegando a ciertas cotas dentro de nosotros mismos, que nos cualifican mucho y muy profundamente en el sentido de la Libertad. La Libertad es la ley de la existencia y la ejecutoria de la Libertad en la vida del hombre, se manifiesta en forma de jerarquía; hay quien sabe más que los otros, hay quien ama más profundamente, el sentido de Libertad se puede manifestar de muchas maneras, pero jamás ofenderá la razón del hombre y jamás le encadenará a principios, dichos religiosos, que ofusquen esta Libertad y encadenen al ser dentro de los estrechos límites de la tradición o del condicionamiento. ¿Podemos establecer, cada uno de nosotros, la medida de nuestra Libertad, o podemos decir realmente, sinceramente, con toda honestidad, que para alcanzar esta Libertad se precisan disciplinas o métodos? Desde el momento en que el hombre acepta un método o una disciplina ha condicionado su Libertad, y desdichadamente, la mayoría de las personas siguen disciplinas, se ajustan a estrechos ideales, con lo cual niegan su propia Libertad y aceptan la autoridad de los demás, con lo cual ofuscan su razón y se encadenan voluntariamente al carro de la tradición y de los estrechos códigos morales y éticos que están imperando desdichadamente todavía en el mundo.

Interlocutor: ¿Si la Libertad que usted propicia es absoluta, también dentro de este absoluto está contenido el libertinaje? ¿Cómo puedo armonizar la confraternidad con la Libertad que es absoluta o total y que contendría el libertinaje, teniendo en cuenta la acepción semántica de "el absoluto" sin respetar ciertos y determinados principios o normas que en realidad cercenan la Libertad?

Vicente: Cuando el ser humano no ha poseído la Libertad, no puede saber lo que es lo absoluto de la Libertad. Cuando hablamos de libertinaje dentro de lo absoluto, de la Libertad, es porque no sabemos exactamente lo que es la Libertad, porque la Libertad del hombre es la medida de lo Absoluto, no del libertinaje. El libertinaje es esclavitud, la esclavitud de los sentidos. Yo hablo de un absoluto que está más allá de los sentidos y aún del propio entendimiento. Por lo tanto, solamente pueden hablar de libertinaje aquellas personas que no han adquirido suficientemente una comprensión de lo que es la Libertad genuina del hombre. ¿Qué sucede entonces? Que rebajamos el nivel de la Libertad absoluta, suponiendo que la Libertad absoluta tenga un nivel, al nivel de nuestras propias limitaciones, y esas limitaciones son el libertinaje y el libertinaje es la esencia de la mediocridad, y la esencia de la mediocridad es la esencia de la falta de comprensión de lo que es el sentimiento de Libertad. Como les digo, hablo un lenguaje completamente nuevo, pero quiero advertir que para mí la Libertad constituye, no algo que he leído en los libros o que me han enseñado ciertas tradiciones. Hablo de la Libertad como una experiencia individual, por lo tanto mi lenguaje es muy distinto porque esta Libertad no viene condicionada por nada ni por nadie, ni aún por la propia autoridad del Maestro Espiritual; es algo que está más allá y por encima de la razón. Yo les hablo un lenguaje que está más allá de la mente. No confundan ustedes los términos, no traten de jugar con las palabras, porque las palabras contienen mucho karma, no tratemos de establecer vinculaciones entre la Libertad y el libertinaje, porque demostraremos con ello que no hemos comprendido todavía lo que es la Libertad y si no hemos comprendido exactamente lo que es la Libertad, fácilmente cederemos al libertinaje y el libertinaje se constituirá en nuestro maestro y la Libertad quedará oscurecida, limitada dentro de este vaivén incesante de los veleidosos pensamientos, de los intensos deseos y de los instintos del cuerpo.

Interlocutor: A mí me gustaría saber cómo define usted a un ser humano inteligente y cuál es la relación de la inteligencia con la Libertad.

Vicente: Usted acaba de expresar la idea; porque no se puede ser libre sin ser inteligente, ni se puede ser inteligente sin ser libre; es lo mismo con palabras distintas. La Libertad nace después que la persona ha adquirido la inteligencia por la observación directa de los hechos. La inteligencia suprema sólo puede surgir cuando existe Libertad dentro del corazón del hombre. Cuando el hombre no se siente ligado a compromisos de la clase que sean, compromisos religiosos, compromisos sociales; cuando se da cuenta que él es el centro de sí mismo y que no existe otro centro que él mismo dentro del concierto de la Creación, que le permita ascender a las alturas de la trascendencia. Es verdad, la inteligencia y la Libertad son caras distintas de la misma moneda, la misma moneda es el Yo. Por un lado tenemos la inteligencia suprema de los hechos, por la otra cara de la moneda tenemos el principio de Libertad que ha de producir el hombre ideal, el milagro en movimiento dentro de este siglo de caos y dentro de esta sociedad.

Interlocutor: Se ha hablado continuamente de la Libertad. Mi pregunta es: ¿cómo llegar a la Libertad absoluta, cómo llegar a ese ser interno?

 

 

 

 

 

Vicente: Para llegar a la Libertad absoluta hay que ser libres ahora y no buscar un condicionamiento a la Libertad, porque cuando hablamos de Libertad absoluta o relativa, hablamos en términos de fracción. ¿Qué sucederá si aceptamos la Libertad como el movimiento de la vida de Dios en nosotros, que no persigue una meta definida, sino que constituye la línea natural de la acción como un deber social? Ser libres no es una conquista, no es una meta hacia la cual tendamos por ciertos métodos, sean del tipo que sean; sino que, al igual que la Liberación, al igual que el Amor, al igual que todo cuanto constituye una verdadera cualidad del Espíritu, se fragüe en las mentes y corazones de los hombres constituyendo una nueva avenida, la avenida de la Paz interior que, en definitiva, será la Paz del Mundo. Entonces, si ustedes están muy atentos siempre, hay un misterio en esta atención, porque en esta atención se fragua la Libertad, porque ustedes entonces, no siguen las fluctuaciones del ambiente; porque están tan atentos que, en esta suprema atención, están creando un aura a su alrededor, que es la medida de su propia Libertad. A medida que ustedes van estando atentos al proceso se ensancha el radio de la acción y, a medida que aumenta el radio de la acción, aumenta la medida de su propia Libertad, ¿qué sucederá cuando con las tijeras del verdadero discernimiento cortemos las amarras de las pequeñas libertades? Se producirá un milagro y este milagro es la Libertad Absoluta.
 

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En esta conferencia de Vicente Beltrán Anglada se menciona 136 veces la palabra "Libertad". Evidentemente es el tema de la conferencia e indica el interés consciente en hablar sobre la Libertad.
 

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Aclaración importante: Vicente Beltrán Anglada cuando visitó Argentina en 1985 en una de sus primeras conferencias expresó lo siguiente:
"Tengo que decirles muy especialmente, tal como tuve el gusto de decir el otro día, que la Gran Fraternidad Blanca del Planeta tiene especialmente orientada su visión hacia este gran país, porque dentro de los planes jerárquicos para esta Nueva Era hay dos países en el continente americano que merecen una especial atención, son: Argentina y Brasil. Tienen un cometido específico a desarrollar y hay una cantidad impresionante de discípulos mundiales y de varios Maestros de la Gran Fraternidad, dirigidos por el Maestro Conde de San Germán, que están trabajando por la reorientación espiritual de estos dos países casi hermanos por sus fronteras, que tienen que encender la Luz de la Libertad por todo el continente americano, sin distinción.”

Leyendo este párrafo, uno tiende a preguntarse: ¿Qué es la Libertad? Apuntando a la respuesta es que ponemos a tu consideración esta conferencia de Vicente Beltrán. Además, animamos a todos a realizar una investigación acerca de la Libertad, cómo comprenderla, cómo actualizarla en nuestras vidas, cómo irradiarla en nuestros ambientes... Es nuestro cometido Jerárquico!
 

 

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La Libertad Genuina del Hombre  |  22-10-1985  |  Buenos Aires

La libertad, suprema ley de la existencia; cómo alcanzarla. Los senderos omnipresentes. El error de los prejuicios y de las tradiciones. Somos los artífices de la sociedad actual. La verdad debe producir libertad. El pasado, el presente y el futuro. Las disciplinas que limitan la libertad. Significado de la Virgen María. La pureza y la libertad. Los Siete Rayos. Ilusión, espejismo y maya producto de los intermediarios. No depender de nadie. Karma y reencarnación, resultado de la falta de libertad. Los miedos. Las consecuencias del estímulo espiritual actual. La palabra humana: un mantram. La alegría de la libertad. La esclavitud de los sentidos. Las palabras tienen karma. Misericordia, perdón y arrepentimiento. El 7° Rayo y la libertad. El misterio del Rayo de nuestra vida. El conocimiento del Cosmos y la libertad. El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. La energía de síntesis y la libertad. Datos y conceptos no son realidades. El conocimiento de uno mismo y la chispa divina. Descubrir, no conquistar. Qué es un ser humano inteligente. Relación de la inteligencia con la libertad para llegar a la trascendencia. El karma y la Serena Expectación. Descargar:  Texto  |  mp3

El Concepto de Libertad  |  25-10-1985  |  Rosario

La libertad. Condicionamiento del hombre a su entorno y a su historia. Significado de la libertad. El argentino y el espíritu de libertad. Democracia y libertad. Honestidad en los medios de comunicación.

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Condicionamiento, Desapego y Libertad  |  29-05-1981

El trabajo de desapego en los tres cuerpos del hombre y el grado de responsabilidad. La adversidad del discípulo en el mundo. El sentimiento de libertad y el condicionamiento. Micro y macrocosmos. La pérdida del miedo. La medida diferente en cada uno para llegar al desapego. Religión y espíritu religioso.

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