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		Que el grupo revele la 
		realidad 
		del Reino de Dios, la Jerarqu�a Espiritual Planetaria.
				
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		[ 
		
		El Instructor del Mundo�]�
		
		
		
		
		Cristo 
		
		
		
		
		| Se�or�Maitreya
		
		
		
		
		
		| 
		
		
		
		Mes�as 
		|
		
		
		
		Im�n Mahdi 
		| 
		
		
		
		Bodhisattva 
		
		
		| 
		Krishna
		
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		Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
		
		
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		1. El Cristo fue el primero de nuestra humanidad terrena que alcanz� la 
		meta de la individualizaci�n... El desarrollo de Cristo fue muy r�pido, 
		pues en la �poca atlante se hallaba en el Sendero de Probaci�n. Desde el 
		punto de vista evolutivo, el r�pido desarrollo de la evoluci�n del 
		Cristo no ha tenido paralelo. Nunca ha sido igualado, aunque en 
		la actualidad hay personas en nuestro planeta que han comenzado a 
		desarrollarse ya con igual rapidez. (15‑170)
		
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		2. El primer ser humano de ese "centro que llamamos la raza de los 
		hombres" que alcanz� la tercera iniciaci�n fue Cristo; en esa primera 
		gran demostraci�n de Su etapa de realizaci�n (por intermedio de lo que 
		entonces era un nuevo tipo de iniciaci�n) Buda acompa�� a Cristo.
		Buda 
		hab�a alcanzado la misma etapa antes de la creaci�n de nuestra vida 
		planetaria, pero las condiciones para recibir la tercera iniciaci�n no 
		estaban disponibles entonces, y Buda y Cristo recibieron juntos la 
		iniciaci�n. (18‑319)
		
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		3. El Instructor del Mundo es ese gran Ser que los 
		cristianos denominan Cristo. En Oriente es conocido 
		como el Bodhisattva y el Se�or Maitreya, 
		y por los devotos mahometanos, como el Im
�n 
		Madhi. 
		Ha presidido los desti�nos de la vida desde el a�o 600 a.C.; es Quien 
		apareci� entre los hombres y a Quien se espera nuevamente. Es el gran 
		Se�or de Amor y Compasi�n, as� como su predecesor,
		Buda, fue 
		el Se�or de Sabidur�a.
		
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		Es el Instructor del Mundo, el Maestro de Maestros y el Instructor de 
		�ngeles, y se Le ha confiado la gu�a de los destinos espirituales de los 
		hombres y el despertar del reconocimiento de que cada ser humano es una 
		criatura de Dios y un hijo del Alt�simo.
		
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		El Instructor del Mundo dirige esa conciencia inmanente en su aspecto 
		vida o esp�ritu, tratando de energetizarla dentro de la forma, para ser 
		�sta descartada a su debido tiempo, y el esp�ritu liberado volver a su 
		origen. Desde que dej� la Tierra, como dice con relativa exactitud la 
		Biblia (aunque con muchos errores en los detalles), siempre ha 
		permanecido con los hijos de los hombres. Nunca nos ha 
		abandonado, sino en apariencia, y quienes conocen el camino 
		pueden hallarlo en cuerpo f�sico en los Himalayas, trabajando en �ntima 
		colaboraci�n con Sus dos grandes Hermanos, el Manu y el Mahachohan.
		Diariamente imparte su bendici�n al mundo, y 
		permanece todos los d�as bajo el gran pino de Su jard�n, a la puesta del 
		sol, con las manos en alto, bendiciendo a quienes tienen verdadera y 
		fervorosa aspiraci�n. Conoce a todos los buscadores, y aunque no 
		tengan conciencia de �l, la luz que de �l afluye estimula sus deseos, 
		fomenta la chispa de vida naciente y espolea al aspirante hasta el 
		amanecer del gran d�a en que se enfrente con Aquel Que "al ser 
		ascendido" ‑entendido esot�ricamente‑ atraer� hacia S� a todos los 
		hombres, como Iniciador de los sagrados misterios. (1‑47/8)
		
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		4. Durante dos mil a�os ha sido el Gu�a supremo de la
		Iglesia 
		Invisible, la
		Jerarqu�a 
		espiritual, compuesta de disc�pulos de todos los credos. Reconoce y 
		ama a quienes no son cristianos, pero mantiene su lealtad a los 
		Fundadores de sus respectivas religiones, Buda, Mahoma, y otros. No le 
		interesa el credo que profesen, sino su objetivo, el amor a Dios 
		y a la humanidad. Si los hombres buscan al Cristo que dej� a Sus 
		disc�pulos hace siglos, fracasar�n ay no reconocer�n al Cristo que est� 
		en proceso de retornar. El Cristo no tiene barreras religiosas 
		en Su conciencia, ni le da importancia a la religi�n que profesa el 
		hombre.
		
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		El Hijo de Dios est� en camino y no viene solo. Su avanzada ya se acerca 
		y el Plan que debe cumplir ya est� trazado y aclarado. Que el 
		reconocimiento sea el objetivo. (835)
		
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		5. Es un Instructor mundial y no un instructor cristiano. El 
		Mismo ha dicho que ten�a otros reba�os, para quienes �l representa lo 
		mismo que para el cristiano ortodoxo. Quiz�s su nominativo no sea 
		Cristo, pero tal vez Lo sigan en forma tan verdadera y fiel como lo 
		hacen sus hermanos de Oriente. (838)
		
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		6. Las iglesias han puesto el �nfasis y a�n lo hacen, sobre el Cristo 
		muerto. Los hombres han olvidado que �l vive, aunque durante la Pascua 
		aparentan reconocer esta esperanza y creencia, debido en gran parte a 
		que Su resurrec�ci�n garantiza "nuestra propia resurrecci�n, y porque �l 
		vive, tambi�n vivi�remos nosotros". No se le da la debida importancia a 
		Su vivencia y a Su presencia hoy, aqu� y ahora en la tierra, excepto 
		cuando se generaliza en forma vaga y superficial. Los hombres han 
		olvidado que el Cristo que vive con nosotros en la tierra, rodeado por 
		Sus disc�pulos, los
		Maestros de 
		Sabidur�a, es accesible para quienes se acerca a �l en forma 
		correcta, salvando a los hombres por la fuerza de Su ejemplo.
		
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		La futura religi�n mundial har� resaltar tales verdades; proclamar� la 
		vida y no la muerte; ense�ar� c�mo se logra la realizaci�n del estado 
		espiritual por medio de la vida espiritual, y la realidad de la 
		existencia de quienes lo han, logrado y trabajan con el Cristo para 
		ayudar y salvar a la humanidad.
		La 
		realidad de la existencia de la Jerarqu�a Espiritual de nuestro 
		planeta; la capacidad del g�nero humano para ponerse en contacto con Sus 
		miembros y trabajar en colaboraci�n con Ellos, y la existencia de 
		Aquellos que conocen cu�l es la Voluntad de Dios y pueden trabajar 
		inteligentemente con Ella, ‑ tales las verdades sobre las cuales se 
		basar� la futura ense�anza espiritual. (7‑151/2)
		
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		7. En el 
		futuro, los ojos de la humanidad estar�n puestos sobre Cristo y no sobre 
		las instituciones creadas por los hombres, como la Iglesia y sus 
		digna�tarios; Cristo ser� visto tal como es en realidad, actuando por 
		medio de Sus disc�pulos, de los
		Maestros de 
		Sabidur�a y de Sus seguidores (raras veces reconocidos), los 
		cuales se afanan an�nimamente detr�s de los asuntos mundiales. Su campo 
		de actividad ser� el coraz�n humano y los lugares populosos del mundo, 
		no alg�n templo de piedra, ni la pompa y ceremonia de una sede 
		eclesi�stica. (8‑61)
		
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		8. Ning�n hombre se ha salvado por la teolog�a, sino �nicamente por 
		el Cristo viviente y por la consciente convicci�n de que el Cristo mora 
		en cada coraz�n humano. (7-140)
		
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		9. El hombre individual y su alma tambi�n est�n tratando de unirse, y 
		cuando esta uni�n se realice el Cristo nacer� en la caverna del coraz�n 
		y se ver� como se acrecienta Su poder en la vida diaria. (14‑231)
		
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		10. A medida que el hombre va purificando su personalidad y poni�ndola 
		al servicio de la voluntad espiritual, elevando autom�ticamente las 
		energ�as de los dos centros del cuerpo al centro entre las cejas. 
		Oportunamente se acrecienta y ampl�a la influencia de los dos centros, 
		hasta que los campos magn�ticos o vibratorios, hacen contacto entre s�, 
		y aparece instant�neamente la luz. Padre‑esp�ritu y madre‑materia se 
		unen y unifican, y el Cristo nace. "A no ser que el hombre vuelva a 
		nacer no podr� ver el reino de Dios", dijo el Cristo. Tal el segundo 
		nacimiento, y desde ese momento la visi�n adquiere creciente poder... 
		Hoy el Cristo renace en muchos seres humanos y acrecen�tadamente 
		aparecer�n los hijos de Dios en su verdadera naturaleza para guiar a la 
		humanidad en la nueva era. (14‑233/4)
		
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		11. Que Aquel a Quien servimos pueda estar m�s cerca que nunca de 
		nosotros, que el trabajo de establecer rectas relaciones humanas pueda 
		continuar a grandes pasos y que la luz y el amor afluyan, desde 
		Shamballa y la Jerarqu�a, sobre todos los que aman a sus semejantes, es 
		el ansioso deseo, juntamente con mi bendici�n para ustedes, en este 
		per�odo de voluntad al bien.
		
		
		(13‑462).
		
		
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		El Tibetano me ha pedido aclarar que cuando �l habla del Cristo, se 
		refiere al nombre que se la da como Gu�a de la Jerarqu�a. El 
		Cristo trabaja para todos los hombres, sin distinci�n de creencias; no 
		pertenece al mundo cristiano como tampoco al budista, al mahometano o 
		cualquier otra creencia. Nadie tiene necesidad de unirse a la Iglesia 
		Cristiana para estar afiliado al Cristo. Lo que se exige es amar al 
		semejante, llevar una vida disciplinada, reconocer la divinidad en todos 
		los credos y todos los seres, y regir su vida diaria con Amor
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		Alice A. Bailey
		
		
		
		
		
		
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		Fuente:
		
		Reflexionen sobre Esto (Libro de Recopilaci�n), p. 78-81 - Editorial 
		Fundaci�n Lucis
		
		
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		Leer m�s sobre la 
		Jerarqu�a Espiritual Planetaria o Gran Fraternidad Blanca:
				
		
		
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